Al otro lado del Estrecho de Gibraltar en el extremo Noroeste del continente africano, se extiende “Al Maghreb al Aksa”, más conocido como Marruecos. A tan solo 14Km de España, Marruecos es un país moderno y rico por su historia que ha sido habitado desde tiempos prehistóricos por diversas civilizaciones: Fenicios, Beréberes, Bizantinos y Romanos, hasta la llegada de los Árabes con la entrada de Moulay Idriss I, fundador de la dinastía de los Idrissides, seguida por los Almoravides, Almohades, Merinjes, Saadienos y los Alaouitas (dinastía actual).
Bañado por el Atlántico al Oeste y el Mediterráneo al Norte, Marruecos tiene en total 3.500Km de costa. En el Norte las playas son las características del Mediterráneo, mientras que la costa Atlántica está surcada por pequeños acantilados de arenisca que se interrumpen para dar lugar a playas vírgenes interminables.
Marruecos es sin duda un país mágico que nos traslada a una tierra y una cultura llena de hermosos matices, la serenidad de sus gentes contrasta con el bullicio de los mercados al aire libre que recorren todo el país y en los que es obligado recorrer sus puestos y regatear con los vociferantes vendedores.
Los marroquíes son cordiales y acogedores y además del Árabe que es el idioma oficial, la mayoría hablan francés y son muchos los que hablan castellano, por lo que la comunicación es fácil y más si las palabras se acompañan de un delicioso té a la menta, símbolo de hospitalidad que se ofrece frecuentemente al visitante.
Por su exotismo, el encanto y la magia, Marruecos es el destino ideal para aquellos que están dispuestos a vivir un sueño durante sus vacaciones.
Historia
Los Beréberes
La ola migratoria no encontró tierras vírgenes, ya que el Maghreb cuenta entre los territorios más antiguamente poblados. De las condiciones y resultantes de esa fusión entre los habitantes primitivos y los recién llegados se ignora casi todo. Sin embargo, los historiógrafos árabes afirman sin reservas que los beréberes no sólo son de origen oriental (capsiano), sino que se remontan a los yemeníes. Numerosas pruebas avalan esta hipótesis, entre las que destaca la similitud de escrituras encontradas en Marruecos, con otras de Egipto, Nubia, Sinaí y Arabia. También son importantes las semejanzas entre la arquitectura yemení y los ksours y kasbahs marroquíes, que también están presentes a lo largo de toda la ruta entre Yemen y Marruecos, pasando por Etiopía, Sudán y Nubia.
Es esta cultura la que toma contacto con los primeros marinos fenicios que llegaron a las Columnas de Hércules procedentes del otro extremo del Mediterráneo, para fundar Lixus (cuyas fantásticas ruinas pueden admirarse a 5 Km. de Larache), Russaddir (Melilla) y -posiblemente- Gádir (Cádiz).
Con la decadencia Fenicia comenzó la preeminencia de Cartago, uno de cuyos almirantes más famosos, Hannon, realizó un largo viaje por las costas atlánticas de Marruecos, fundando nuevas factorías y revitalizando las antiguas.
El motor de los navegantes fenicios y cartagineses fue principalmente el comercio con las poblaciones locales, aunque evidentemente influyeron en la cultura del Reino de Mauritania. Este reino, constituido en el s. IV aC. por una federación de tribus beréberes, acuñó moneda en Lixus con leyenda en lengua púnica. En este periodo ya estaban habitadas Tingis (Tánger) y Sala (Rabat).
Presencia Romana
Roma sucedió a Cartago en el s. II a.J.C., aunque no fue hasta los albores de nuestra Era, cuando Augusto se interesó por la región, confiriendo a los habitantes de Tingis el derecho a la ciudadanía romana. También fundó las colonias de Zilis (Asilah), Babba Campestris y Banasa.
En el año 25 a.J.C., el rey berebere romanizado, Juba II, recibe de Augusto un Reino que incluía Marruecos y Mauritania, cuya capital se supone en Volubilis. Su hijo y sucesor Ptolomeo, fue asesinado por orden de Calígula, quien dividió el reino en dos provincias, dando origen -en el oeste- a la Mauritania Tingitana (actual Marruecos y Mauritania).
Durante el periodo romano se crea una red de carreteras, cuyo inicio se situaba en Tánger. De allí partían dos vías principales, una de ellas hasta Sala (Rabat) recorriendo el litoral atlántico y la segunda llevaba hasta Volubilis. El corredor de Taza pudo ser el vínculo terrestre entre la Mauritania Tingitana y la Mauritania Cesariana.
La dominación romana duró hasta principios del s.V d.J.C. en el área de Tánger. Se supone que, posteriormente, las poblaciones beréberes romanizadas conservaron la civilización grecolatina hasta la invasión árabe. Vándalos, Bizantinos y Visigodos parecen haber ocupado algunos puntos, principalmente Tánger, Ceuta y Essaouira pero en el s. VII d.J.C., la civilización antigua se encontraba ya en total decadencia.
Las Dinastías Marroquíes
Situado en una encrucijada, Marruecos ha sido el motor de la historia musulmana en Occidente bajo los Almoravides y los Almohades, dos dinastías creadoras de imperios. El inicio del estado marroquí actual se remonta a los Idrisíes, se forma definitivamente a partir de los meriníes y se consolida con la dinastía Alauí, actualmente reinante, desde 1666.
Gastronomía
Reúne de un modo refinado verduras y frutos impregnados de sol, especias aromáticas, pescados delicados y carnes sabrosas… Una extraordinaria cocina, famosa en el mundo entero, variada, rica y sana. He aquí los principales platos marroquíes, que debe probar sin falta con un Té a la menta:
Cuscus
Probablemente el plato más conocido de la gastronomía marroquí. Es el tradicional almuerzo familiar del viernes, se puede encontrar todos los días en los restaurantes. Está compuesto por sémola hervida al vapor acompañada de verduras, carne, pollo o pescado. A lo largo del viaje, podrán degustar mil Cuscus diferentes, ya que varían según las regiones y la creatividad del cocinero.
Tajine
Esta palabra designa al mismo tiempo el continente -plato de tierra cocida decorado, con la típica tapadera cónica- y el contenido -ragout de carne, de pollo o pescado y legumbres estofadas-. Como el Cuscus, hay también mil recetas, todas ellas deliciosas. Al probarlo se comprende por qué el tajine es el plato nacional marroquí.
Mechui
Cordero asado en asador o al horno muy lentamente. La carne es tan tierna que se funde en la boca.
Pastilla
Una fina pasta de hojaldre, rellena de pichón y de almendras. Es el famoso “dulce salado” marroquí. También hay variantes con pescado, pollo, e incluso con leche para el postre.
Brochetas
A la entrada de un zoco, en una plaza, al borde de una carretera, se preparan ante sus ojos los deliciosos pinchos morunos -los auténticos-. Una delicia económica y rápida.
Pastelería
Pasteles de miel, Pastilla, Kaab Ghzal (cuernos de gacela), Feqqas con almendras, uvas pasas, Ghriba con almendras, con sésamo… la lista de delicias es interminable.
Marrakech
La favorita de los viajeros españoles y de la Jet Set Internacional, Yves Saint Laurent, Omar Sharif y Alain Delon son sólo algunos de los habituales de esta ciudad.
Seductora como ninguna, su nombre originó el del país en el pasado. Los orígenes de la ciudad son oscuros, pero se acepta comúnmente que empezó siendo un campamento militar establecido por Abu Bekr, jefe almorávide, en 1070. Su sucesor, Yusef Ben Tachfin es quien comienza la tarea de convertir el oasis primitivo en una capital digna de su imperio, que se extendía desde el Atlántico hasta Argelia y desde el Sahara hasta el Ebro.
La conquista almohade hizo casi desaparecer las primeras construcciones, que fueron reemplazadas por otras, muchas de las cuales podemos admirar aún hoy: la majestuosa Koutoubia, torre gemela de la Giralda de Sevilla. Sin olvidar su fabulosa Plaza « Jemaa El-Fna » declarada «Patrimonio Cultural Universal» por la UNESCO.
Visitas
Es una ciudad deslumbrante La enumeración de los lugares y monumentos de Marrakech sería interminable y la descripción de sus maravillas agotadora, así que hemos seleccionado lo imprescindible Con todo, si tiene muy poco tiempo, no se pierda la plaza de “Jemaa el Fna” ni sus zocos: todos sus sentidos se llenarán de sensaciones.
LAS MURALLAS
Construidas en adobe, su color varía según las horas y la luz del día, del ocre dorado al rojo intenso; contrastando con un cielo siempre azul y el verde de los árboles y las plantas. Destacan las puertas de Bab Doukkala (de origen almorávide), Bab el Khemis, Bab El Jadid, Bab el Debbagh, Bab er Robb y Bab Agnau, una de las más bellas entradas a la alcazaba.
DAR EL MAKHZEN (Palacio Real)
De origen almohade, ha sido agrandado y embellecido por las dinastías posteriores. El Mechouar (patio de armas) interior da paso al Gran Mechouar donde tienen lugar las célebres “fantasías”.
EL JARDÍN DEL AGDAL
Es un inmenso recinto de 4,5 km cuadrados plantado de frutales y olivos. Conserva dos estanques para riego, el mayor de los cuales data de la época almohade. En sus aguas se reflejan las ruinas de un palacio saadí.
EL JARDÍN DE LA MENARA
Parque de 100 hectáreas en cuyo centro se encuentra un inmenso estanque del Siglo XII y el palmeral con sus más de 10 hectáreas de palmeras, naranjos, olivos y manzanos.
LAS MEZQUITAS
Marrakech cuenta con más de 300 mezquitas de las cuales se destacan la de la de la Koutoubia y la de Ben Youssef.
“La Mezquita de La Koutoubia” (o de los libreros)
Debe su nombre al zoco de los libreros que instalaban sus puestos junto a sus puertas. Aunque por este nombre es más conocido su minarete, particularmente impactante para los españoles por su semejanza con nuestra Giralda, para la que sirvió de modelo y, de la misma manera que esta torre es el emblema de Sevilla, la Koutoubia representa a Marrakech en el mundo entero.
“La Mezquita Ben Youssef”
De origen almorávide, fue reformada en el siglo XVI y en el siglo XIX.
LA MEDERSA BEN YOUSSEF
Fundada en el siglo XIV por Abu el Hassan, fue totalmente reconstruida en el XVI por el saadí Mulay Abdallah que la convirtió en la medersa más importante del Maghreb. Constituye uno de los monumentos más notables de la ciudad.
LA PLAZA DE JEMAA EL FNA
Cantada en todos los idiomas constituye un exponente vivo de lo que fueron las plazas en el Medioevo, lugar de encuentro para todo el mundo. Por la mañana, vendedores de zumo de naranjas natural, de frutas, cestos de mimbre, recuerdos, dulces, bisutería, dentistas, curanderos, escritores por encargo. A veces también desde la mañana y hasta la noche: los Gnaoua, tocadores de crótalos, acróbatas, encantadores de serpientes o de escorpiones, bailarines, contadores de cuentos. Este universo se vuelve particularmente fascinante con la caída de la tarde, cuando la plaza se ilumina con mil y una luces y se deambula de espectáculo en espectáculo.
LOS ZOCOS
Destaca el zoco Semmarin, cerca de la plaza Jemaa el Fna y como por ella, hay que deambular, disfrutando del colorido, de la diversidad de aromas, para admirar, entre otros muchos objetos, las telas; disfrute regateando y no tema perderse, siempre habrá alguien que le lleve de vuelta a la plaza de Jemaa el Fna.
LAS TUMBAS DE LOS SAADÍES
Consta de dos mausoleos, el más suntuoso de los cuales cobija -en una sala con una cúpula de madera de cedro dorado sostenida por doce columnas de mármol de Carrara- los restos de Mulay Ahmed el Mansour (s XVI). La leyenda dice que el mármol se obtenía intercambiándolo por su peso en azúcar.
EL PALACIO BADI
Conocido también como “el incomparable”, fue construido por Ahmed el Mansour en mármol, celias, onix, estucos labrados y madera esculpida. Hoy sólo queda la estructura, que es donde se celebra el Festival Folklórico de Marrakech.
EL MELLAH (judería)
Da cobijo al zoco de los orfebres y sus joyas básicamente en oro.
EL PALACIO DE LA BAHIA (la Brillante)
Construido a finales del XIX, es un bello ejemplo de residencia principesca.
LA FUENTE CHROB OU CHOUF (Bebe y admira)
En madera tallada con caracteres cúficos.
EL GUÉLIZ
Es la parte moderna de Marrakech Su arteria principal es la Avenida Mohamed V, que alberga cafés con terrazas y comercios. Conserva algunas casas coloniales con hermosos jardines.
EL JARDÍN MAJORELLE
De vegetación exuberante fue creado por el pintor de este nombre y restaurado en los años 60 por el modisto Yves St Laurent. En la actualidad, el estudio del pintor es un museo de arte marroquí.